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trabaja un chico llamado Aloy,
recoge sandías con maestría,
bajo el sol de verano, sin decoy.
Las sandías son grandes y verdes,
brillan con luz bajo el cielo azul,
Aloy las apila en redes,
trabaja contento, sin ningún tumulto.
Pero cuando cae la noche,
Aloy tiene otra gran pasión,
enciende su computadora sin reproche,
y entra al mundo de la competición.
Con teclado y ratón en mano,
se convierte en un guerrero virtual,
en Counter-Strike es un veterano,
su destreza es fenomenal.
Corre por mapas y dispara con precisión,
estrategia y rapidez son su fuerte,
ganar rondas es su misión,
cada victoria lo llena de suerte.
Así es Aloy, un chico singular,
de día en el campo, cosechando sin cesar,
de noche en la pantalla, listo para luchar,
una vida balanceada, en su propio radar.
Con sandías y juegos vive su jornada,
encontrando en ambos su propia magia,
Aloy sigue adelante con su rima encantada,
combinando trabajo y pasión con gran energía.