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Este trío de horror, comandado por Yosebas, acecha en las sombras, devorando miedos y sumiendo a las almas en agonía. "Los Sebanos" sienten la presencia de estas pesadillas personificadas, sabiendo que la muerte sería un alivio.
Preparándose para el enfrentamiento, comprenden que no enfrentan un monstruo, sino el horror en su forma más pura. Una trinidad que amenaza con desgarrar sus almas y arrojarlas al abismo más oscuro e indescriptible. La batalla se acerca con una intensidad escalofriante, y la venganza de Yosebas es un eco de pesadillas eternas en sus mentes.
Con un oscuro ritual, Sebitas resucitó, emergiendo de las sombras con una furia renovada. Cada tumor pútrido que brotaba de su piel era testigo de su sed de venganza. Juntó a su séquito de pesadillas y, como una tormenta negra, emprendió su búsqueda de Los Sebanos.
Los Sebanos, aunque valientes, sintieron un escalofrío en el aire, un presentimiento de que la amenaza no había desaparecido por completo. Confiados en su habilidad para enfrentar sus miedos, se prepararon para el inevitable enfrentamiento con Sebas y su horda de pesadillas resucitadas.
La venganza de la criatura se convierte en una obsesión, y la lucha que se avecina promete ser más aterradora que nunca.
Un fiel siervo del Señor, con corazón angustiado, alzó su voz y gritó con fervor: "¡Detente, oh criatura impía! ¡No permitas que alcances a mi hermano en la fe! En el nombre del Altísimo, te conjuro a retroceder".
Y el cielo mismo pareció temblar mientras la lucha entre la luz y la oscuridad se desataba. El fiel siervo, lleno de temor, clamó con fuerza: "¡Huye de este lugar maldito, y no mires atrás! ¡No dejes que Sebas te alcance!".
Así, con la guía divina, el siervo y su hermano en la fe huyeron de la criatura de las pesadillas. La sombra se retiró, y el pueblo se mantuvo alerta, sabiendo que en el abismo de la imaginación, los horrores acechaban, pero con la fe en sus corazones, encontrarían refugio seguro.
Sebanos 4,35
El cuerpo de Tafasgay está cubierto de protuberancias extrañas, como granos de pus que brotan de su piel. Estos tumores siniestros gotean constantemente, dejando un rastro repulsivo a su paso. Cuando se mueve, su marcha está marcada por un sonido húmedo y siniestro, como si la carne se desgarrara en cada paso.
A simple vista, Tafasgay podría parecer una persona, pero su apariencia es una distorsión grotesca de la humanidad, una figura que encarna los miedos más oscuros. La sola presencia de El Sebas es suficiente para poner los pelos de punta y sumergir a cualquiera en una pesadilla viva.