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Pero ninguno ha sido tan poderoso como el martillo de Jesús, el guerrero más grande que haya existido. Con su fuerza divina y su sabiduría celestial, ha luchado contra las fuerzas del mal y ha vencido a todos sus enemigos.
Su espada es la verdad, su escudo es la fe y su armadura es la justicia. Con ellas, ha enfrentado a los demonios del infierno y ha derrotado a los ejércitos de las tinieblas.
El martillo de Jesús no solo es un guerrero temible, sino también un líder justo y sabio. Ha guiado a su pueblo hacia la victoria en innumerables batallas y ha protegido a los más débiles con su amor incondicional.